martes, 2 de marzo de 2010

La vergüenza del payaso

«Otra copa no, payaso, antes me pagas» le dijo el dueño del bar. Sus exagerados zapatos apenas le permitían acercarse a la barra, sus pantalones impedían que pudiera sentarse bien en la banqueta, y la peluca le achicharraba la cabeza. Con su último dinero pagó la bebida, y con su rostro ambiguo salió a la calle, llena de tránsito. El maquillaje reseco ocultaba los colores de la embriaguez, y sus andares de borracho se confundían con la torpeza fingida de los de su gremio, pero su aliento de whisky le delataba.
Vio a un niño de la mano de su madre y le regaló un globo. Sus manos olían a tabaco y el chaval formó una mueca de asco o de miedo, o de ambas cosas; después se puso a llorar, casi todos lo hacían. La madre miró al hombre con cara de disgusto, le lanzó una mirada de reprobación, de esas que decían «un payaso alcohólico, qué vergüenza»; luego siguieron andando, desoyendo a aquel, que les pedía desesperado una moneda.
Sin dinero, y apenas le quedaban globos.
Miró a todos lados de la avenida. Las otras personas se le cruzaban con desconfianza, los niños le temían, e iban a esconderse tras las piernas de sus padres. La calle entera tenía esa mirada, la gente se apartaba a su paso, el mundo entero le rehuía. Él podía notar todas esas cosas.
Metió las manos en los bolsillos de sus bombachos y su figura se abatió; ni siquiera su maquillaje le impedía sentir vergüenza. Algunos transeúntes, al verlo alicaído, reaccionaban con extrañeza, como si la imagen no correspondiese. Se preguntaban qué rondaba por la cabeza de aquel hombre disfrazado; igual recordaba tiempos en los que conseguía hacer reír a los niños, tal vez se recreaba en momentos buenos, incluso aquel hombre podía haberlos tenido. Ninguno se apercibió que el payaso lloraba un poco, mientras arrastraba sus zapatos, dando tumbos.
Como iba mirando hacia abajo chocó con alguien y cayó al suelo. El bombín se despegó de su peluca y rodó unos metros; el hombre con el que había chocado le insultó, y paso de largo. Cuando consiguió levantarse vio a una niña que le esperaba en frente suya; llevaba una graciosa capucha que le cubría la cabeza, y le estaba mirando a él, de manera tímida. En una mano llevaba el bombín y en la otra un trozo de papel. El payaso le cogió el sombrero.
— Gracias, niña.
Ella quedó mirándole.
— ¿Qué te pasa niña, te has perdido? —y ella desvió la mirada al papel que sostenía.
— Es que no sé hacer aviones —dijo, y él le cogió el papel y le hizo uno.
Miró de reojo a los que caminaban a su lado, le pareció en ese momento que ya no le miraban mal, igual con algo de compasión, pero era diferente. La niña le dio las gracias y le sonrió, como solo un niño sabe hacerlo, con esa amplitud y ese brillo en los ojos, y luego correteó calle abajo con su nuevo avión y se deshizo entre la multitud.
Con la moneda en la mano sus pasos le guiaron instintivamente al bar, pero se detuvo a la entrada. En realidad nadie le miraba pero él imaginó a toda la calle que se le volvía. Sin mirar atrás creyó que todos se habían detenido para observarle; decenas de rostros se le aparecieron expectantes, y pensó en la niña.
«Pero me ha sonreído», se dijo. Miró al interior; a la barra, al camarero, a las estanterías de botellas que repletaban la pared, y se sintió asqueado. Se guardó la moneda y se dio la vuelta. La gente seguía su paso indiferente, el payaso fue calle arriba mientras hinchaba un globo.

3 comentarios:

Blonde Redhead dijo...

He pasado de sentir pena y una gran compasión por el payaso al principio, a sentirme orgullosa de él al final.

Dejas mi corazón contento con ese final tan bonito.

[Que importante son las sonrisas, pueden cambiar un mundo si se les deja...]

Este cuentito me ha emocionado, mucho. Tanto que me dan ganas de enlazarte en todos lados para que te lean...

Darka Treake dijo...

guau... Iskandar, buen relato.
Todos tenemos siempre la oportunidad de cambio en el siguiente paso, verdad? Pero caminar en otra dirección siempre es dificil. Pero la sonrisa de una niña puede ser motivación suficiente!!

Me ha gustado mucho, has expresado perfectamente la desesperación, la caída, la derrota y la esperanza...


Gracias por tus comments, me alegro mucho de que te gustara El Juego. jejeje, me salió así, por poner algo, no sé...


un abrazo fuerte, tb de isla a isla!!
Darka.

Xu dijo...

¡¡Feliz cumpleaños espejico!!
¿Qué te puedo decir que no sepas ya?

Cientos de besos y un abrazo (: ,

Mar.