martes, 18 de mayo de 2010

Sartyanemán «el de las cinco castas» Parte VI

A medida que el hijo acompañaba a su padre acudían a él dos sentimientos contradictorios. Por un lado le conmovía el sufrimiento que padecía alguna de la gente que había conocido; sintió compasión y el ánimo se le ablandaba. Pero también, y al mismo tiempo, un desengaño naciente le abría los ojos a un mundo imperfecto, con claros tintes de odio, de recelo. Aborrecía la manera injusta en que las leyes del azar se le habían aparecido. Ese sistema, aquel que imponía una condición perpetua, no le parecía sino una negación de lo que él conocía, y, sin embargo, así de cruda se le presentó la vida por primera vez.
A cada paso que descubría el sufrimiento, un golpe de resignación actuaba en él, haciéndole amar menos el mundo y a sus semejantes. «¿Cómo será que odio y amo al ser humano cuando antes solo lo amaba?», pensaba, «¿pasará como con el higo, que a veces está amargo?» Pese a sus dudas, Negoy calló.
Padre e hijo continuaron por el sendero mientras la noche se hacía. Lo que había sido del alboroto diurno fue apaciguándose y los ruidos amainaron hasta que únicamente se escucharon los salpicares del río, que pasaba cerca. Cuando hubo oscurecido lo suficiente se prendieron las antorchas, y al cabo de un rato, como obedeciendo a un relevo estricto, se vio un grupo que se incorporaba al camino, casi arrastrándose.
—Son los Dalits, hijo —habló Ramán—, la casta que no es casta, los intocables.
Y como siguiendo a la palabra, se observaron algunos hombres que se salieron de la senda nada más ver al grupo. Negoy vio también cómo otras personas evitaban a toda costa tocarse con ellos, e incluso los había que se abstenían de pisar sus sombras. Pero nada de esto pareció importarles a ellos, a los parias, pues continuaban cabizbajos y con la mirada al suelo.

Cuando se acercaron a aquel grupo Negoy observó que eran cuatro. Uno de ellos, un hombre bajito que llevaba un palo de madera y un cubo vacío, dijo a Ramán:
—¿Qué clase de padre trae a su hijo a estas horas del camino, para que presencie la inmundicia? Nosotros, que salimos solamente de noche, lo hacemos pensando en la gente que así ha de vernos con menos frecuencia, y es más difícil que se mezclen nuestros alientos. Usted, que seguramente conoce que éste es nuestro paso, ¿no habría podido evitar esto yendo por otro sitio?

Negoy se fijo que su padre sopesaba las palabras, a la luz de las antorchas pudo distinguir, además de aquel hombre, a una mujer con un paño, a un niño que le faltaba un brazo y a un anciano con una jarra de agua, y que renqueaba fuertemente. Ramán contestó:
—Tanto mi hijo como yo hemos decidido venir voluntariamente a este lugar para encontraros a vosotros. Quiere conocer el sistema de castas, y hasta ahora hemos conocido a los Brahmanes, a los Chatrias, a los Vaishias y a los Shudras, ¿qué clase de padre sería si le vedase una parte de verdad a mi hijo?

El anciano miró a los demás, que estaban a sus espaldas, y cuando se volvió de nuevo le entregó el cubo a Negoy diciendo:
—Cómo queráis los dos, pero nosotros no somos ninguna casta, puesto que no hemos nacido de Brahma, sino del polvo.

Y así, Negoy fue el encargado de llevar el cubo, que luego descubrió que servía para llevar a los animales muertos que encontraban. Todo esto para mantener limpia la vía que otros utilizaban. El hombre que había hablado, junto con el niño, despegaba a los animales del suelo; la señora mayor pasaba el trapo húmedo, limpiándolo de la sangre reseca; el viejo se sintió aliviado cuando Ramán le cogió la jarra de agua. A menudo paraban, cuando el cubo esta lleno, y vertían los cadáveres al río. Esto duró hasta que amaneció, que Ramán y Negoy se despidieron de los parias y volvieron a casa. Cuando hubieron llegado, Negoy abrazó a su padre y lloró mucho rato, por el cansancio, por el asco de los cadáveres, por el miedo a la noche y por aquella gente que parecía no tener alma. Y lloró porque había comprendido.

1 comentario:

Darka Treake dijo...

Impresionante.

Me pregunto de donde te argumentarás para tan buenos relatos.
Muy bien crack, sigue así!

1abrazo
Darka.